
Dicen.
Dicen que me buscaste en los rincones
bajo jazmines vestidos de septiembre
mientras ardían holocaustos por los ríos.
Que ofreciste rescate por mis ojos
y una pasión rotunda por mi boca.
Que provocante la tarde creció entonces
por maniatar los bordes de la duda,
mientras adormecías al eco
en los suburbios de la noche.
Que estableciste puntajes al suicidio
hasta burlar la finitud frente al espejo.
Que un feroz aluvión de madrugadas
pudo tapar con cenizas tu cabello
a la espera de un puñado de ilusiones.
Dicen que vas dejando marcas
en la corteza de los árboles.
Que cambiaste calendarios a las flores
por no saber que hacer para encerrarme
entre lanzas de acero y azulita.
Que hay lluvias que cercaron mi música
junto al declive de balanzas certeramente infieles.
Que sobornaste a la luna
cuando te dio la espalda
con su cara más triste junto al muelle.
Que la espiral antigua con sabor a esperanza,
trepó por tu dorsal hasta encenderte
en la espera peculiar de lo negado
y cien rayos partieron tus arenas
hasta licuar el sol frente a las olas.
Dicen que regalaste tus proyectos
al no encontrar timón que los sostenga
mientras la bruma dejó rastros en los labios,
envilecidos por una brújula sin norte de palabras.
Que aún quedan caricias entreabiertas
al lenguaje por no haber sido profanadas
ante la terca rebelión de la distancia.
Dicen… que aún me estás nombrando.
Pero sé que malvendiste cada sueño
en el costado sepia de un verano.
Silsh.
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