
¿Qué busca un hombre caminante por la playa? Mirando la inmensidad dorada de sus granos al sol. Su vista inmutable dibuja en la arena una línea que rinde honores a la rectitud. Va, sólo acompañado de su propia sombra que sin ojos se fija no sólo en la serenidad de su alrededor sino en su mendiga humanidad. El hombre sigue caminando sin mirar su ruta, pero continúa buscando algo. ¿Buscan, sus ojos, la soledad? Consciente o no, nunca la encontrará. Su sombra describe un pasado tormentoso que lo persigue. Pasajes obscuros y delirantes de su vida sin vida lo acechan, vida vacía que destruye su cordura atándola con miedo y tristeza a su no vida de pesares macabros que martillean su existencia como la lluvia lo hace, agrietando las calles de su desgraciado vivir. Sin motivo alguno, dejando a sus pies libres, se adentra en el mar, un mar de infinito tiempo. Naufraga en su pasado, navega en el presente y se deriva hacia el futuro. Divisa una ventana blanca, por la cuál se observa la profunda oscuridad a la que el destino lo encadenó. La atraviesa sin corazón dónde el miedo pueda aflorar, ya que en su lugar haya descanso una llama gélida e invisible a sus ojos en su cuerpo sin vida. Termina su viaje, pasando la ventana dónde encuentra la tan ansiada vida que buscaba en la muerte. Héctor Rendic. |